miércoles, 14 de noviembre de 2012
El duende
Ella le llamaba "el duende", y él la miraba con los ojos como platos, sin poder entender nada de nada.
"Mi pequeño duende..."-decía. Y te juro que cuando lo pronunciaba con ese infinito cariño el alma se me escapaba desbocada.
"Su pequeño duende..."-decía, con las pupilas agrandadas... Y yo creo que él algo entendía; porque los niños saben descifrar desde bien temprano el extraño alfabeto de las miradas.
Ella guardaba tanto amor en sus pupilas que cuando te miraba todo tu mundo se llenaba de melodías de violines y aroma a flores frescas. Te llevaba a su terreno, y sin tan siquiera pretenderlo te dejaba embobado y a merced de sus relatos, sus canciones y sus fábulas.
Pero llegó la niebla, y la luz de la vida se quedó apagada. El pequeño duende tuvo que aprender a olvidarla...
Todos creíamos que por aquel entonces su duende era demasiado pequeño para extrañarla; pero cuando las personas se ván siempre dejan su recuerdo; y la grandeza de los niños es que eligen libremente y sin coacciones lo que desean recordar. Ella se fué, pero dejó su legado, y con el paso de los años "su pequeño duende" adoptó su nombre para su abuela materna. De ese modo mi suegra Mª Mar pasó a llamarse "Anna"; sonido gutural y convertido a fuerza de cariño en sinónimo de Ana María. Supongo que él simplemente se negó a olvidarla, con la sabiduría inocente que solamente se tiene en la infancia.
Hay momentos en los que creo que Ella lo sabe, y que continúa a nuestro lado; porque cuando la recuerdo siento una especie de calor recorriéndome el pecho, y siento como se escapan huyendo como palomas desbocadas todas mis preocupaciones; y si me concentro lo suficiente puedo sentir sus pequeñas manos acariciándome como hacía cuando yo también tenía solamente cinco años. Entonces es cuando me abandono a su grandeza, y puedo ser capaz de recordar momentos, olores y sabores concretos de mi vida que yo ya creía olvidados. Es extraño, pero vuelvo a sentirme niño. En esos momentos es cuando más fuertemente abrazo a "su pequeño duende". Por ella y por mí.
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Bellas y emotivas letras nos obsequias admirado poeta. Muchos besinos de esta asturiana que te desea feliz fin de semana y te da infinitas gracias por concedernos el privilegio de ser testigos de la sensibilidad de tu alma.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ozna. Lo mismo te deseo. Sobra decir que las puertas de mi prisión están siempre abiertas para tí. He pasado por tus espacios y me han resultado muy armoniosos y agradables. Me encanta sobre todo la parte dedicada a la mitología asturiana. Te agrego a mis favoritos. Un abrazo.
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