sábado, 15 de septiembre de 2012

Cauterizando mis heridas con acuerdos judiciales.





En la mugre de las uñas habitan mil soledades. He tratado inútilmente de matarlas a dentelladas; pero solamente cuando he llegado al mismo hueso he podido comprobar que sobreviven a partes iguales de dolor y mierda entremezcladas. Escupo trozos de uña tratando de imaginarme que en cada trozo de ellas escapa impregnada aunque sea mínimamente una porción de piel. Estoy cansada de cargar con el peso de tanta piel inútil; tan cansada que a veces no puedo ni tan siquiera apartar con mis cansadas manos las telarañas que se empeñan en cerrarme el paso.
A la orilla de este mar que siempre nos llenaba veo con tristeza que de nuestro amor poco a poco ya no vá quedando nada. Cada embate de las olas parece empeñado en arañarme las pupilas con el recuerdo de un amor tan desgarrado por nuestras batallas que siempre me obliga a volver la vista atrás con miedo a las espaldas, consciente de que en la siguiente explosión ya no quedará nada por lo que luchar. Un amor de sálvese quien pueda y cuerpo a tierra, en el que consumimos todo cuanto teníamos sin importarnos para nada las consecuencias. Un amor de mutaciones extrañas, en el que todo cambiaba continuamente en función de sus propias necesidades, alimentado con  el egoísmo de quien solamente se quiere a sí mismo.
Y hénos aquí; nosotros que nos creíamos incombustibles; condenados a entendernos por sentencia judicial, ahogado en el silencio de las frases a destiempo el poco sentido común que aún nos quedaba. Sentido y sentimiento se quedaron mutilados a la par, injustos perdedores de una batalla en la que ambos habríamos de salir perdiendo. Aún retumba en mis oídos el desgarrador lamento de todos los años sepultados bajo la condena de una castración aceptada como norma de convivencia.
Decía una persona muy importante en mi vida que "solo una vez se ama en mayúsculas; si tienes la fortuna de encontrar a tu amor perfecto a la primera serás afortunada; porque si fracasas en ese primer intento no volverás a dejar espacio suficiente en tu corazón para otro amor en mayúsculas. Habrás perdido para siempre la capacidad de amar." Lo jodido del caso es que yo no sé si he amado en mayúsculas o minúsculas. Cuando se ama no se hacen distinciones. Se ama como te dejan y puedes, simplemente.
En mi interior toda mi sangre se rebela ante la injusticia de tener que renunciar a lo que me pertenece por derecho propio, abandonando todo cuanto tiene sentido en mi vida. Siento la cuenca de mis ojos violada hasta las raíces. Agachada a mi lado espera mi vida su crucial momento, con el pelo recogido y la cara lavada. He malvendido mi vida por cuatro míseros besos y un te quiero que ya no me saben a nada de tan gastados que los siento. He perecido en busca de la caléndula perfecta, la que hacía latir acelerado mi pecho, la que hacía lucir mi huerto. En su lugar solo quedan cenizas, y un calcinado terreno. El terreno en el que sobrevive tu recuerdo.